EL PRIMER HOMBRE FUE MUJER
Hola
Ginito, ¿qué locura estas pintando?
Hola
Cacique, no es locura, es un mito amazónico.
A ver
cuenta.
Escucha
Cacique, el primer hombre no fue hombre, fue mujer y se llamó Kaametza.
Hace millones de años, mucho antes que Dios nazca ya vivía Kaametza. Ella estaba sola en un mundo de ceniza. No tenía miedos ni tristezas ni alegrías, el mundo pasaba debajo de sus pies, ni siquiera el tiempo, que aun no existía, se atrevía a perturbar la apacible tranquilidad de nuestra primera madre.
Un día, que en realidad era noche, se le apareció un otorongo negro, que también era de ceniza y se abalanzó sobre ella. Kaametza, sin darse cuenta lo esquivó y antes que el otorongo vuelva a atacar, descubrió lo que era el miedo. Se arrancó un hueso del pecho y cuando el otorongo negro saltó sobre ella le hundió el hueso en el corazón y cayó muerto a sus pies. Asustada y desconcertada soltó el hueso y por primera vez se dio cuenta que necesitaba una compañía. El hueso se fue incendiando y poco a poco fue tomando forma. Cuando se apagó quedaba de él un hombre. Alguien como ella pero no como ella, igual y diferente a la vez: "Narowé", lo llamó.
Cuando se miraron a los ojos, ambos sintieron como un rayo, la necesidad de estar juntos. Kaametza se recostó sobre la sangre aun caliente del otorongo y abrió las piernas. Narowé se reclinó sobre ella.
Así como río Inuya penetra sobre el Urubamba, sonando fuerte, así Narowé penetró en Kaametza.
Cuentan que fue tan intenso ese momento que cuando tuvieron el primer orgasmo, se hizo la luz en el universo.
Esa es la historia y esta es mi interpretación
Hace millones de años, mucho antes que Dios nazca ya vivía Kaametza. Ella estaba sola en un mundo de ceniza. No tenía miedos ni tristezas ni alegrías, el mundo pasaba debajo de sus pies, ni siquiera el tiempo, que aun no existía, se atrevía a perturbar la apacible tranquilidad de nuestra primera madre.
Un día, que en realidad era noche, se le apareció un otorongo negro, que también era de ceniza y se abalanzó sobre ella. Kaametza, sin darse cuenta lo esquivó y antes que el otorongo vuelva a atacar, descubrió lo que era el miedo. Se arrancó un hueso del pecho y cuando el otorongo negro saltó sobre ella le hundió el hueso en el corazón y cayó muerto a sus pies. Asustada y desconcertada soltó el hueso y por primera vez se dio cuenta que necesitaba una compañía. El hueso se fue incendiando y poco a poco fue tomando forma. Cuando se apagó quedaba de él un hombre. Alguien como ella pero no como ella, igual y diferente a la vez: "Narowé", lo llamó.
Cuando se miraron a los ojos, ambos sintieron como un rayo, la necesidad de estar juntos. Kaametza se recostó sobre la sangre aun caliente del otorongo y abrió las piernas. Narowé se reclinó sobre ella.
Así como río Inuya penetra sobre el Urubamba, sonando fuerte, así Narowé penetró en Kaametza.
Cuentan que fue tan intenso ese momento que cuando tuvieron el primer orgasmo, se hizo la luz en el universo.
Esa es la historia y esta es mi interpretación
Gino
Ceccarelli nació en la Amazonia en 1960 y estudio artes plásticas en Iquitos y
Lima (Perú), Washington D.C. (USA), y Paris (Francia).
Ha
participado en exposiciones colectivas en mas de una veintena de países y ha
realizado decenas de exposiciones individuales en reconocidos Museos y Galerías
del Mundo.
Sus
obras se encuentran en importantes colecciones en Asia, Europa, USA,
Latinoamérica y por supuesto en la galería-auditorio de Puerto Palmeras en
Tarapoto que lleva su nombre.
Escrito por Carlos Gonzalez Henriquez - Cacique de Kanchiskucha
Comentarios
Publicar un comentario