Serenata en Tarapoto
Hola Ginito
Urcosapa, quiero invitarte para que
vengues a conocer mi tierra para llevarte a Lamas a celebrar el Corpus Christi
el 9 de junio, mishqui micuna va haber.
Tarde eres Cacique,
de ti tu tierra ya tiempos que le conozco.
¿Quién pues me
delanto?
Nuestro amigo Rupay
fe el que me llevo a conocer Tarapoto.
Cuéntame como fe
eso Urcosapa Alquisho.
“Fue hace muchos años y lo primero que hicimos después de bajar del avión fue buscar un bar para
refrescarnos. Hacía mucho calor en Tarapoto así que sentimos la necesidad de
compensar el sudor con sendas cervezas heladas. William Rengifo y yo éramos
estudiantes de arte y expertos en beber para refrescarnos.
Desde
que lo conocí no paró de invitarme a conocer su querida tierra, y aprovechando
las vacaciones decidimos dejar los pinceles por unas semanas para divertirnos
un poco, o mucho.
En
el bar hacía tanto o más calor que en la calle. Las cervezas circulaban a buen
ritmo y estaban bien heladas. Después de refrescarnos durante algunas horas, se
acercó a nuestra mesa un amigo de William. Se saludaron efusivamente, me
presentó y noté que el joven este tenía el rostro desencajado y triste.
-¿Qué
tienes? Se te nota tristón, medio Shegue
–le preguntó Rupay.
-Tengo
un problema, se trata de la Julissa.
Se
sentó y nos contó el motivo de su angustia. Se trataba del típico caso de amor
no correspondido. El estaba enamorado de una tal Julissa desde hacía ya un año
y ella, nada, no nada le correspondía a su amor a pesar de todos los intentos y
estrategias que había utilizado para conquistarla. Piquicho nos confesó que
estaba sufriendo y se sentía desesperado.
-¡Dale
una serenata pues cojudo! –le dijo William (Rupay).
-¿Tú crees?
-¡Claro!
¡Lo hacemos esta noche! y vas a ver que ahí mismo te atraca. Pedimos a todos
los patas que te acompañen. Le decimos al Ramiro, al Fulvio, al Esteban, a Panchito,
al niño Tomasito lo llevamos como amuleto, a todo el barrio! Incluso Gino puede
venir, ¿Sí o no cumpa?
-Bueno,
podría ser,- les dije, un poco incómodo de participar en un asunto que no me
concernía.
-¿Y
dónde conseguimos el tocadiscos?- preguntó su amigo.
Después
de escuchar esta frase recapacité y decidí estar presente, aunque de lejitos,
en una serenata con ¡tocadiscos! Eso nunca lo había visto y tampoco me lo iba a
perder. Pedí la dirección de donde se iría a desarrollar la increíble serenata
y les dije que trataría de asistir. La cita era a las nueve de la noche.
Llegué
minutos antes de la hora al lugar donde se suponía que vivía la Julissa y
esperé en la bodega de la esquina a que llegaran los serenateros.
Efectivamente,
a las nueve en punto llegó un grupo de doce muchachos acompañados de un niño
Ishpacuna rubio y gordito, al que me presentaron como el Niño Tomasito, que
según ellos era santero. Tres de ellos cargaban sendas sillas y otros dos
portaban el tocadiscos y los parlantes. La calle era de tierra y la casa de la
amada era de madera y de dos pisos con balcón. Yo me mantuve alejado porque
todo el barrio comenzó a salir a la calle. Curiosidad natural.
Colocaron
las sillas en medio de la pista, pusieron encima el equipo de música y los
parlantes apuntando a la casa. El sherete se puso frente al equipo mientras que
los amigos se colocaron detrás de él con las manos en la espalda.
Alguien
le alcanzó un disco que limpió en su camisa y puso a andar el aparato.
La
canción elegida era un antiguo bolero que decía: “Voy a rifar mi corazón,
rematando amor...”. Terminó la canción y nada. No había signos de vida en esa
casa. A todo esto la multitud se había acomodado alrededor de ellos que miraban
también ávidos hacia la casa.
Volvió
a poner el disco: “voy a rifar mi corazón...” Nada, ni siquiera prendían las
luces. Intentó una vez más: “voy a rifar mi corazón...”
Yo
me preguntaba si para conquistar a una fulana la canción “Voy a rifar mi
corazón” era la adecuada...
A la
cuarta vez que puso el mentado disco, se prendió la luz del segundo piso, se
abrió la puerta del balcón y un señor gordo, en calzoncillos (probablemente el
suegro) se arrimó en la baranda y poniendo las manos a los costados de la boca
como un megáfono gritó:
-“¡¡Cuando
rifes tu ocote me avisas para comprar
todos los boletos!!”
La
carcajada se escuchó como un estruendo por toda la ciudad. Yo me caí
literalmente de risa sobre un charco. No me podía levantar, y volví a caerme
cuando vi al grupo de muchachos regresar avergonzados y ultrajados con sus
sillas, parlantes, equipo y amuleto. Demás está decir que la serenata había
fracasado”.
Glosario Regional
- Urcosapa: Persona de frente grande.
- Mishqui Micuna: Deliciosa comida.
- Delanto: Adelanto
- Fe: Fue.
- Rupay: Seudónimo del afamado pintor William Rengifo.
- Alquisho: Alcahuete, chismoso.
- Shegue: Débil, alicaído.
- Piquicho: Lloroso.
- Cumpa: Compadre.
- Ishpacuna: Que se orina en la cama.
- Santero: Milagroso, que concede pedidos.
- Sherete: Enamorado.
- Ocote: Culo.
- Tarapoto: Ciudad selvática conocida como “La Ciudad de las Palmeras y Capital de la Gastronomía Amazónica”
- Lamas: Ciudad selvática conocida como “Capital Folclórica de de Región San Martín, Cuna de la Ingenuidad y Capital de la Inocencia Amazónica”
- La primera imagen es un óleo sobre lienzo del pintor Gino Ceccarelli llamado Serenata del Chullachaqui a la Sirena.
- En la foto están los pintores Gino Ceccarelli y Rupay en compañía del Cacique de Kanchiskucha.
Escrito por Carlos Gonzalez Henriquez - Cacique de Kanchiskucha
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