LA CULTURA ALIMENTARIA DE LOS KECHWAS LAMISTAS


La gastronomía de los kechwas, es muy diversa y exquisita en nuestra amazonia; tiene sus orígenes en la recolección, caza y la pesca de las primeras tribus que habitaron esta parte de nuestra selva y que actualmente están representados por más de 80 comunidades nativas en la región San Martín.

Desde las montañas, los fértiles valles, o las orillas de los ríos y lagunas; la presencia indígena abarca todos los ambientes y ecosistemas de nuestra región, lo que les ha permitido relacionarse intensamente con su entorno natural. Para el caso concreto de la gastronomía, esta relación se pone de manifiesto al observar que las características de la cocina de cada familia indígena, está íntimamente relacionado con la naturaleza, que provee los ingredientes para la elaboración de los alimentos con fines nutricionales, medicinales, festivos y religiosos. Esto implica un aprovechamiento y conocimiento de los diferentes recursos naturales a través de actividades, según el entorno. De esta forma, los indígenas kechwas, tienen una cultura gastronómica diversificada. Por otro lado, la modificación de los ambientes cercanos a la vivienda indígena, permite la crianza de animales de traspatio que enriquecen y dan sabor a la cultura gastronómica de cada comunidad nativa.

Su mikuna, encierra una red compleja de saberes e intercambios entre el runa (lo humano, la persona) y el monte. De las expediciones a este último para cazar animales a la crianza y cultivo de la chacra, es necesario no solamente observar las fases de la luna más propicias a la siembra, como también seguir estrictas dietas purgando el cuerpo a través de la ingestión del jugo de plantas medicinales. Estas relaciones revelan el diálogo que el runa debe establecer con el monte, donde absolutamente todo es vivo, donde cada planta y cada animalito tienen sus ánimas protectoras o madres que los crían, donde los ríos son deidades. Hay que saber la manera exacta de acercarse a esos seres, de intercambiar con ellos.

De este modo, para alimentarse del monte o de la chacra (que imita al bosque en su diversidad), hay que acceder con respeto y conocimientos específicos a la selva cifrada. Porque descifrar, descubrir la planta, este otro animal u otro espíritu, implica la necesidad de una conversación sana y armoniosa entre lo humano y la naturaleza que está poblada de otras formas de existencia no humanas. Saber criar los alimentos sin hacer uso de agrotóxicos u otros venenos modernos, cuidar y dialogar con esas crianzas siendo parte de ellas, valorar la maravillosa biodiversidad que caracteriza la mikuna y constituye un fuerte rasgo de la identidad de las comunidades kechwas: todo esto difiere completamente de la lógica de explotación ciega de recursos naturales y de la agricultura industrial que son practicados en el Occidente. 

Percibimos así que el acto de comer está lleno de significados y que a través de los alimentos nos identificamos culturalmente a una colectividad. La presencia nada nutritiva de una gaseosa en una comunidad indígena, por ejemplo, no constituirá un elemento peculiar a sus costumbres, a su cultura, sino una intromisión de la industria occidental moderna. Por eso, es primordial tener en cuenta que los alimentos también pueden ser una forma de afirmación cultural, de cohesión, de fortalecimiento de la identidad. Ya que ellos representan tanto la herencia ancestral de un grupo como la seguridad de una vida sana a sus futuras generaciones.  

Pero, a la vez que son decisivos para mantener la buena salud y prevenir enfermedades, la elección de estos alimentos está también determinada por condiciones socioeconómicas, lo que puede resultar en una situación catastrófica si los grupos minoritarios que viven directamente de la chacra no tienen garantizada su soberanía alimenticia.

Los kechwas, constituido por unos  35.000 indígenas, es pilar fundamental de una cultura que pretende obtener, preparar, servir e ingerir los alimentos, que conllevan y se expresan en una multiplicidad de prácticas, creencias, ritos, ceremonias, tradiciones, costumbres, sistemas clasificatorios, mitos, dichos, relaciones sociales y cosmovisión que en su conjunto conforman lo que denominamos cultura alimentaría.

El turismo, enfocado bajo los pilares de la sostenibilidad - biocultural; cumpliría un papel importante en las comunidades indígenas; se fortalecerían emprendimientos con identidad gastronómica;  la puesta en valor de rutas alimentarias ancestrales, cadena de valor entre productores y empresarios turísticos; turistas comprometidos con las comunidades y lo más importante; nuestras comunidades indígenas  retornarían al bosque; lugar que siempre será de ellos y que ahora lo estamos matando.
Escrito por: Mg. Cindy Flores Pinedo 


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